Ayant reçu il y a quelques temps un mail intitulé "La barrière des langues", j'ai cru comprendre que le forum avait été doté d'un système permettant de pouvoir lire les messages en différentes langues?
J'ai donc pensé que je pourrais vous faire partager mes écrits en espagnol :) . Si toutefois le traducteur en question venait à manquer de précision j'essaierai de vous faire une traduction plus poussée. Voici donc le premier chapitre de mon premier roman/nouvelle (je ne connais pas vraiment la différence, à vous donc d'en juger :) ) intitulé "La tumba enmascarada" ou "La tombe masquée". Je posterai la suite si ça vous intéresse ;)
PS: n'ayant pas trouvé de section "spéciale" pour les textes en langues étrangères je l'ai mis ici mais vous pouvez bien entendu le déplacer si vous ne le trouvez pas à sa place.
Capítulo I
Si quieren saber la verdad, no sabía por dónde demonios empezar esta historia. Quizá pensarán que sea por falta de inspiración y todo eso y que, por lo tanto, lo que va a continuación no vale ni siquiera la pena de ser leído. Pero déjenme al menos comenzar. Primero, reconozco que no soy uno de esos puñeteros autores que se pasan noches y días enteros encerrados en sus despachos para escribir otra maravillosa aventura sobre unos nuevos Romeo y Julieta. Son tan cursis que casi me dan ganas de vomitar. No, lo que les voy a contar es de un carácter mucho menos asqueroso, tranquilízense. Les dejo los"érase una vez" para sus niños. No quiero andar con gilipolleces. Los cuentos con esos putos castillos, sus princesas imbéciles y sus jodidos príncipes azules no entran en nuestro asunto. Todo lo que va a seguir es pura locura. ¿Pero más vale escribir una pura locura que una pura mierda, verdad? Entonces todo empezó cuando...
¡Cariño, baja a cenar! -Era mamá. Jo siempre te interrumpía cuando estabas pensando en una cosa-
¡Ya voy ya voy, espera un poco estoy acabando un trabajo para la uni! -Le grité. Siempre le decía una tontería así para ganar tiempo-.
Como no se me ocurrió nada bueno decidí bajar al cabo de un rato. Ya habían empezado a comer cuando llegué a mesa. Ni siquiera me hicieron un puto caso así que me senté sin decir nada.
¿Acabaste tus deberes? - Jo, solo una madre te podía fastidiar con este tipo de preguntas-
Sí mamá... -lo dije con mucho entusiasmo, en serio-.
No quiero ser pesada -no lo quería pero aún así lo era- pero acuérdate de que la fecha de los exámenes se está acercando y estaría bien si para tu primer año en la universidad pudieras...
¡Por favor mamá! -de eso me hablaba todos los putos días. Como había suspendido todas las asignaturas del primer semestre menos una, ella empezaba a temer que fuera un mal estudiante. No era tonto -al menos eso no creo- pero no me gustaba estudiar algo que no me parecía un mínimo interesante. Quizá no lo puedan entender. Para la mayoría de las personas sólo cuentan los resultados. - Ya sé que hay esos puñeteros exámenes y que te apetecería que los aprobara y todo eso. Pero me gustaría que entiendas lo jodido que es comer hablando de los estudios...
¡Diego ha dicho palabrotas, Diego ha dicho palabrotas! - Ésa como seguramente lo habrán adivinado era mi hermana pequeña. Se llamaba Laura y acababa de tener ocho años. No era mala persona del todo pero cuando quería tomarte el pelo, no lo hacía a medias-.
Entonces estábamos allí los tres sentados en el comedor, echándonos la bronca, y no había nadie que estuviera para apaciguar un poco la tempestad. La razón era sencillísima: habíamos perdido nuestro capitán. Sucede que mi padre estaba muerto por así decir. Les podría contar como millones de puñetas sobre eso, como que fue un héroe de guerra que había caído valientemente en una sangrienta batalla, o un aventurero que se había perdido en la Amazonia, pero la verdad era de otro tamaño. Tuvo un accidente de coche el año pasado. Volvía completamente borracho de una fiesta que había dado con sus colegas y se tropezó con un camión de salchichas -¡Diós cómo parece absurdo dicho así!-. Bueno, al final resulta que desde ese momento se le había ido la pinza. Ya ni siquiera sabía quién era. Eso había vuelto loca a mi madre. Siempre estaba rezando, esperando un milagro, como si existiera algún justiciero en el cielo para oír a todas las putadas del mundo. Ahora Diós y mis "futuros" éxitos eran sus únicas preocupaciones en su maldita vida. Por eso al final lo dejé correr y subí a mi cuarto. Estaba muy jodido, me habían puesto los nervios. Así que lo que hice fue abrir la ventana y encender un cigarrillo. Lo divertido es que no fumé casi nada. Le dí unas pocas caladas y me puse a mirar el horizonte sanguinolento, fascinándome por el humo que se desvanecía al aire. Luego cogí mi portátil y me conecté al tuenti. Ya saben lo interesantísimo que es, pero en aquel momento no tenía ganas de hacer nada que fuera inteligente. Estaba cansadísimo. Me había olvidado bajar el volumen así que me soprendió aquel puñetero sonido de cuando recibes algun mensaje en el chat. Era Blanca García :
¡Hola! -dijo-
Hola -respondí de lo más amable posible-.
¿Qué tal estás? -¡Jo cómo me revienta esta pregunta! Si eres honesto y que tienes la mala suerte de contestar por cualquier cosa que no sea "¿bien y tú?" ya te miran de reojo-
¿Bien y tú? -no tenía ganas de tomarme el pelo con todo eso-
Bien.
La mayoría de las veces una conversación por tuenti se hubiera acabado en este alto nivel intelectual, pero Blanca era una cansina de las más famosas así que después de tardar como media hora siguió:
¿Y cómo te van las revisiones para los exámenes? -creo que será una madre estupenda-
¿Bien y tú? -apostaría mil pavos a que se podría hacer una charla entera con esta respuesta-
Muy bien, creo que aprobaré todo, igual que durante el primer semestre jajaja -"jajaja", Jo cómo odio cuando alguien se pone a decir eso, queda como muy forzado, es de lo más falso, y a esa chula le quedaba aún peor-.
Le dije que tenía que irme a la cama porque estaba cansado de haber estudiado tanto -pensaba: "de haber tanto hablado contigo" pero no me atrevé, Jo qué cobarde soy-.
Lo gracioso es que a pesar del cansancio no tenía ganas de dormir. Al final decidí ponerme una peli.
Elegí La Naranja Mecánica, mi favorita de Stanley Kubrick. Cuando empezaron a tocar las primeras notas de Funeral of Queen Mary de Purcell, la música de apertura, supe que ya estaba en mi elemento.